sábado, 14 de abril de 2012

CAPÍTULO 62 - LA DEUDA..





Me exigiste el justo pago a mi comportamiento. Pero nunca esperé tener que realizar tan alto pago.
Confiaba en poder llegar a algún tipo de solución.
Pero tu lo has decido todo. Tu has fijado el precio y tu ejecutarás el pago, sin miramientos, e incluso con los intereses de demora.
Yo tan solo confío en que la deuda quede totalmente saldada con mi muerte.
Y no pretendas establecer ningún otro sistema de pago.
- Cof. Cof. Cof.. Cof.. Cof.. Cof.. - Tosió sin aliento cuando retiró el tubo.
- ¿Que tal te encuentras?. - Inquirió sonriente.
- Estoy mejor, Jessi. Muchas gracias por preocuparte por mi. - Mintió asustado.
¿Que quieres que te diga que ya no sepas?. Cada vez estoy mas jodido. Apenas si aguanto el dolor. Los escalofríos son constantes, ardo de fiebre y estoy tan mareado que a ratos apenas te veo.
Y eso no es lo peor. Lo peor es ese dolor que me taladra las entrañas y que apenas me deja tomar aire.
Cada vez que intento respirar siento como si me fuese a partir en dos. Apenas si puedo tomar una pequeña porción de aire cada vez, y eso haciendo un gran esfuerzo y a costa de sufrir este maldito dolor..
Joder, Jessi. ¿Como coño quieres que esté?.
- Me alegro de que estés un poco mas animado. Te vendrá bien contar con todas tus fuerzas. - Dijo sonriente, mientras el no pudo evitar temblar descontroladamente.
- ¿Hay alguna cosa que quieras decirme?. ¿Algo importante que creas que debes decir?. ¿O está todo bien así?. - Preguntó mientras le acariciaba los cabellos con dulzura.
- Dios mío, Jessi. No se lo que pretenderás hacer conmigo, pero me estoy asustando muchísimo. Jamás me has hablado como ahora. - Dijo preocupado.
- Quisiera poder decirte tantas cosas. Pero se que ya no servirían de nada. Tan solo me gustaría pedirte perdón de nuevo. De verás, Jessi. Siento muchísimo lo que hice. No hay ni un solo día de mi vida que no me haya arrepentido de cuanto sucedió. - Replicó asustado.
- Créeme que si pudiese cambiar lo que sucedió lo hubiese hecho, pero era demasiado joven y estúpido. No medí las consecuencias de mis actos. Nunca debí irme. Fui un cobarde y lo siento. ¿Podrás perdonarme algún día?. - Suplicó asustado.
- Joder.. Cualquier otra persona con un mínimo de decencia se hubiese quedado y ayudado. Aunque no fuese el causante. Joder.. - Replicó furiosa mientras daba un puntapié a la mesa y arrojaba todos los objetos al suelo con gran estruendo.
- Lo siento, Jessi. Perdóname, por favor. - Se disculpó aterrado.
- Joder. Joder. Ni perdón ni ostias. Jamás podré perdonarte. - Replicó furiosa.
- Lo único que te puedo agradecer son tus palabras. Escucharte hablar de lo que sucedió con tanta ligereza no hace sino ayudarme a darme cuenta de que tomé la decisión correcta. Cualquiera con dos dedos de frente lo sabría. No mereces vivir. - Replicó furiosa.
- Y ahora, ya puedes encomendarte a tu Dios, al diablo o a quién carajo te importe porque estés listo o no, me importa tres cojones. No perderé ni un solo segundo mas de mi tiempo contigo. ¿Ha quedado lo suficientemente claro o hace falta que te lo explique?. - Inquirió mientras le miraba con desprecio.
- Está todo bien, Jessi. Haz lo que debas. - Dijo mientras palidecía aun mas de lo que estaba y se la quedaba mirando aterrado.
- Voy a procurar que no te desmayes. Estoy segura de que te gustará estar consciente el mayor tiempo posible. - Dijo mientras le guiñaba un ojo y manipulaba las cadenas que le sujetaban a la silla de forma que quedase suspendida en el aire.
- Te vendrá bien que te recuestes un rato. Estoy segura de que eso hará que recuperes fuerzas con mas rapidez. - Dijo mientras le sonreía con malicia mientras apoyaba la silla en el suelo y hacia que se clavase las cadenas en la espalda.
- Gracias, Jessi. En esta postura seguro que estoy menos mareado. - Dijo mientras temblaba de miedo e intentaba no llorar.
Jessica enganchó las patas de la silla de las poleas y le colgó cabeza abajo.
- Mas te vale no intentar vomitar, porqué como salga de tu boca aunque sea una sola bocanada de agua sellaré tus labios. Y descuida que no lo haré con tanta delicadeza como el otro día. Tengo aquí al lado la grapadora eléctrica y no tendré el menor reparo en utilizarla. - Dijo mientras le sonreía con malicia.
- Lo intentaré, Jessi. - Sollozó asustado.
- Y ahora tranquilo y procura disfrutar todo lo que puedas porqué será la última vez en toda tu vida que te hagan un hombre. - Dijo mientras se reía y retiraba la cubierta de cartón que cubría el asiento de la silla.
Dios mío, Jessi. Ni siquiera puedo ver lo que estás haciendo conmigo. Debo de limitarme a mirar el techo de la habitación y ver tu cara sonriente.
Tu maldita sonrisa de hielo siempre está ahí.
- Pero no adelantemos acontecimientos. ¿Como podría hacerte un hombre si estás cubierto de sucia cera?. - Dijo riéndose mientras encendía una pequeña vela y la metía a través del hueco dejado en su ano por medio del pepino que continuaba ensartado en su ano.
- Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh. - Chilló de dolor mientras intentaba infructruosamente golpear su cabeza contra la silla.
La vela se apagó por falta de aire, ya que apenas si cabía en el estrecho túnel creado por el taladro.
- Si seré despistada. Creía que había eliminado todos los restos del pepino. Debes de estar realmente incómodo. - Dijo riéndose mientras cogía el taladro y lo enchufaba.
- No. No.. Noooooooo. Por favor. Por favor. No me hagas esto. Jessi, por favor. - Suplicó sin dejar de sollozar.
- Calma. Intenta estar tranquilo. ¿No querrás que todos te vean gimotear, verdad?. Se van a pensar que no eres mas que un muñequito llorón. - Dijo entre carcajadas.
- No lo hagas. Por favor. Por favor, Jessi. No, por favor. - Suplicó aterrado.
- Tranquilo muñequito. ¿Acaso nunca has visto un taladro?. - Dijo entre risas mientras conectaba el taladro y lo blandía frente a su cara.
- Dios.. Dios.. Dios.. Por lo que mas quieras, Jessi. No me hagas esto. Por Dios. Ten un poco de compasión de mi. Por favor. Por favor. Por favor. - Suplicó casi sin aliento mientras notaba el aire que producía el taladro a escasos centímetros de sus nalgas.
- Te va a doler un poco. Es una pena que debas de pasar por esto. Pero tendrías que haberte preocupado de mantenerte limpio. ¿Como pretendes que te haga un hombre si ya estás medio enculado con restos de un pepino?. No se puede ser mas guarro. Podrías haber cogido una infección.. - Dijo riéndose mientras acercaba el taladro a los restos de pepino e iba cuidadosamente recortando los restos.
- Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhh. - Chilló aterrado sin poder dejar de sollozar.
- Deja de llorar. Mira que llegas a ser exagerado. El taladro ni siquiera tocó tu piel y tu ya estás montando el número y chillando como si te estuviese matando.
Dios.. Dios.. Dios.. Pretende atravesar mis entrañas con el taladro.
Dios mío. ¿Como puede haber alguien tan bestia?.
- Jessi. Por favor. Por favor. Por favor. Para el taladro, por Dios. No sigas. - Suplicó aterrado mientras no podía dejar de llorar desconsoladamente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario