viernes, 9 de diciembre de 2011

CAPÍTULO 51 - MERCANCIA PERECEDERA..




- Bueno, ya me conoces.. Ya sabes que mi especialidad es preparar ricas y nutritivas infusiones siempre que la situación lo requiere. - Dijo mientras esbozaba una amplia sonrisa.
- Si, lo recuerdo. - Dijo mientras palidecía.
- Aun recuerdo las bebidas que le preparabas. O aún peor las que me ordenaste servirle.. - Dijo preocupado.
- Nunca debí haberlo hecho.. Tenía que haberme parado a pensar en lo que hacía.. - Dijo preocupado.
- Jessi, por favor. Por favor.. ¿Podrías al menos decirme que estoy bebiendo?. - Dijo aterrado.
- No te preocupes, tan solo es agua. Te hacía falta entrar un poco en calor. - Dijo mientras le sonreía.
- Muchas gracias, Jessi. Tenía muchísimo frío. Ha debido de ser la tormenta de los cojones, pero estaba helado. En la vida recuerdo haber tenido tanto frío.. - Dijo mientras la miraba asustado.
- Jessi. No quisiera molestarte. Pero.. Llevo horas aquí encerrado, sin poderme mover. Hace horas que no como nada.. - Dijo preocupado mientras intentaba que no se le quebrase la voz.
- Por favor.. Por favor. Díme que me dejarás salir de aquí. Por favor. - Suplicó preocupado.
- Lo siento, pero no.. Tienes que intentar tener paciencia, y estar todo lo tranquilo que puedas. - Dijo mientras le sonreía con dulzura.
- Jessi, por favor.. Por favor.. Por favor.. - Suplicó aterrado mientras se le llenaban los ojos de lágrimas.
- Jessi, por favor.. Por favor. Te juro que haré lo que me digas y no te daré ningún problema. Por favor.. Por favor. - Suplicó entre lágrimas.
- Se que lo harás. - Dijo mientras le sonreía.
- Lo haré, Jessi. De veras que si. No tendrás la menor queja de mi. - Dijo entre lágrimas.
- Se que harás lo que te diga, pero aún no puedo dejarte salir de ahí. - Dijo mientras le sonreía.
- Pero.. Pero.. Por favor.. Por favor.. Por favor. - Dijo entre lloros.
- Espero no tener que recordarte donde está mi lápiz. - Dijo mientras le sonreía y acariciaba sus mejillas empapadas de lágrimas.
- No, Jessi. No hagas nada, por favor. Haré lo que dices. No te molestaré mas. Cuando tu quieras me dejarás salir. - Dijo entre lloros.
- Lo se. Tan solo necesitabas que te recordase un poco como debías de comportarte. - Dijo mientras le sonreía.
- ¿Que tal te encuentras?. - Preguntó sonriente.
Estoy jodido, Jessi. Hace horas que no pruebo bocado. Estoy encerrado en un maldito ataúd, en el que apenas puedo respirar.. Me he hecho mis necesidades encima, las esposas me han hecho herida, y apenas me quedan ya fuerzas para nada..
A ratos mi respiración hace que casi no pueda ni tomar aire de agobiado que estoy por el calor.. Y otras veces tengo tanto frío que apenas si me deja pensar.. 
Y aún me preguntas como me encuentro.. 
Pero a ti no te interesa nada de todo esto, y yo lo ultimo que querría hacer sería enfadarte aún mas de lo que ya estas..
- Bien, Jessi. Estoy bien, no te preocupes. - Dijo con tristeza.
- Por supuesto que estás bien. ¿Porque no habrías de estarlo?. - Dijo mientras le sonreía con dulzura.
Ahora mismo lo único que me preocupa es que estés lo mas indemne y en las mejores condiciones posibles.
Eres una mera mercancía a la que hay que proteger, para evitar que se deteriore. Y, mal que te pese no permitiré que sufras el menor daño. Ni siquiera tu mismo podrás dañarte. Haré cuanto esté en mi mano para que permanezcas tal cual estás.
Eres una mercancía muy valiosa que debe ser cuidadosamente protegida contra el mal uso.. 
Y pienso encargarme personalmente de que no sufras el menor menoscabo en tu valor.
- Tranquilo.. Tranquilo.. Tranquilo.. - Dijo mientras le acariciaba las mejillas aún empapadas de lágrimas.
- Si, Jessi. Intentaré estar lo mas tranquilo posible. - Dijo compungido.
- Quiero que sepas que tienes la completa libertad para decirme si te molesta.. - Dijo sonriendo mientras le colocaba un collarín alrededor del cuello.
El intentó en vano resistirse moviendo la cabeza en todas direcciones mientras sollozaba aterrado.
- No.. No.. No.. Por favor, Jessi. No me pongas eso, por favor. - Suplicó aterrado.
- Me molesta mucho, Jessi. Quítame esto, por favor. - Suplicó entre lágrimas.
- Vamos, intenta estar tranquilo. - Dijo mientras le sonreía.
- Lo intento, Jessi. Pero.. Pero.. - Dijo entre sollozos.
- Vamos, se que es un poco incómodo. Pero no te hará ningún daño. - Dijo mientras acariciaba de nuevo sus mejillas.
- Lo se, Jessi. Se que te preocupas por mi. Pero, por favor.. Por favor. Díme que vas ha hacer conmigo. - Suplicó aterrado.
- Apoya la cabeza, y tranquilo. Será solo un momento. - Dijo mientras se le acercaba con una gruesa correa.
- Pero.. Pero.. Jessi. Te juro que no protestaré ni haré nada que no desees. No me ates, por favor. Por favor. - Suplicó entre lloros.
- Esperaba no tener que llegar a esto. - Dijo mientras tocaba el extremo del lápiz, aun introducido en su pene.
- Lo siento, Jessi. Ya no te molesto mas.. Haré lo que desees. - Dijo mientras permanecía inmóvil e intentaba contener los sollozos.
- Lo ves.. Así estás mucho mejor. - Dijo mientras le sonreía.
- Si, Jessi. Lo estoy. - Dijo aterrado mientras no dejaba de llorar.
No solo no piensas dejarme salir del jodido ataúd sino que además ni siquiera podré mover la cabeza.. 
No se lo que quieres hacerme.. 
Pero. No se me ocurre ninguna buena razón por la que no debería poder mover ni la cabeza ni el cuello..
- Por favor.. Por favor.. Por favor.. - Suplicó aterrado.
- ¿Que te pasa?. ¿Estás incómodo?. - Dijo mientras le sonreía con dulzura.
- Si, Jessi. Me molesta el cuello, así no lo puedo mover y está colocado en una postura forzada. ¿Podrías por favor quitarme el collarín?. - Suplicó entre lágrimas.
- Tranquilo.. Tranquilo.. Vamos, no llores. - Dijo mientras le sonreía.
- Jessi, por favor. No es necesario que me ates y además me pongas el collarín. Por favor.. - Suplicó entre lágrimas.
- No te muevas e intenta estar tranquilo.. ¿Lo recordarás?. - Preguntó mientras le soltaba el tobillo derecho.
- Si, Jessi. Haré lo que me pidas. - Dijo entre lágrimas.
- Pero podrías, al menos decirme que vas a hacer conmigo?. Por favor, Jessi. Por favor. - Suplicó entre lágrimas.
- Voy a quitarte las esposas durante un rato.. Te están haciendo herida y eso no puede ser. - Dijo mientras le sonreía.
- Oh. Muchas gracias, Jessi. - Dijo mientras suspiraba aliviado.
- Incorpórate un rato. Estás sobre algo húmedo y eso no puede ser. - Dijo mientras le mostraba un pañal.
- No, Jessi. Por favor. No me hagas esto. - Suplicó enfadado.
- Se que no te gusta. Pero no tienes otro remedio que aguantarte. Menos gracia me hace a mi, tener que ocuparme de eso. - Dijo mientras le miraba seria.
- Jessi, por favor. No me hagas esto. No, por favor.. - Suplicó enfadado.
- No quisiera tener que enfadarme contigo. - Dijo mientras le miraba seria.
- Tu ganas, Jessi. - Dijo mientras se ponía rojo de vergüenza y se colocaba sobre el pañal dócilmente.
- Mucho mejor.. Así te mantendrás seco y limpio. - Dijo mientras le ajustaba el pañal con fuerza y le obligaba a abrir las piernas todo lo que el ataúd le permitía.
- Es un pañal muy bonito, Jessi. Es todo un detalle que no me deje ni siquiera juntar las piernas. - Dijo con sarcasmo.
- Sabía que te gustaría. - Dijo sonriendo.
- Y ahora tranquilo, te garantizo que no te dolerá.. - Dijo sonriente.
- ¿No me dolerá?. ¿Que?.. ¿Que vas?.. ¿Que vas ha hacerme?. - Tartamudeó aterrado.
- Vamos.. ¿No pretenderás que te quite las esposas y te deje total libertad de movimientos, verdad?. - Dijo mientras le sonreía con malicia.
- Jessi, por favor.. Ponme las esposas. No me quejaré. - Suplicó aterrado.
- Deja de temblar y no te preocupes mas.. Mira que eres exagerado. - Dijo mientras le acariciaba las mejillas de nuevo empapadas.
- Si, Jessi. Intentaré no moverme. - Dijo aún mas aterrado mientras temblaba sin poder evitarlo.
- Tan solo es una tablilla de plástico. ¿La ves?. - Inquirió entre risas.
- Si, Jessi. La veo. - Dijo entre sollozos.
- Será solo un momento. - Dijo mientras ponía la tablilla bajo su pierna derecha hasta su cintura.
- Ahora apoya tu pie y tranquilo.. - Dijo mientras le mostraba cinta de embalar.
- Si, Jessi. Estoy tranquilo. - Dijo mientras resoplaba de alivio y hacía lo que le pedía.
Claro que si. ¿Quién no lo estaría cuando le entablillan la pierna desde la cintura restringiendo aún mas sus movimientos?. Las malditas esposas al menos me dejaban cambiar un poco de postura.. Ahora tendré que quedarme exactamente en la posición que ella decida..
Al final el maldito ataúd será el menor de mis problemas.
No se lo que pretendes hacer conmigo.. Pero.. Cada vez estoy mas asustado. Y no es para menos.. Ahora ni siquiera puedo mover la cabeza. Ni siquiera girarla para ver lo que hay a mi lado.. Eso mientras todavía me permitas ver lo que haces conmigo.. Porque o mucho me equivoco o no tardarás en impedirme ver lo que sucede..
Y por si eso no fuese suficiente, aun te permites entablillar mi pierna desde la cintura.. 
Completamente inmóvil. Y no te conformas con eso.. 
El pañal de los cojones no me deja cerrar las piernas.. 
Joder, Jessi..

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